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Mi experiencia como sumisa de un sado


Por Garuda


En esta ocasión les contaré la experiencia que nos compartió Sandra, una mujer que durante un tiempo vivió su sexualidad como sumisa de un sado, para conservar el anonimato, se han cambiado los nombres de los protagonistas que amablemente nos fue compartida.


10:00 A.M. sábado, espero a la puerta de mi edificio mientras me llega el mensaje de Rubén; me dice que ya está en la acera de enfrente estacionado, salgo y lo veo, luce un poco más grande en persona, no es muy alto, calvo, medio relleno, no es un hombre atractivo, mi corazón se agita, los nervios me atacan, entro al auto y lo saludo, sonríe y los ojos se le iluminan cuando me ve, me propone ir a desayunar para hablar, le digo que sí, vamos a un Sanborns cercano.

Conocí a Rubén a través un anuncio en una aplicación de citas, “soy un hombre que gusta de vivir su sexualidad de diversas maneras…”, con este mensaje me enganchó, siempre me ha generado mucha curiosidad manera en la que las personas llevan su sexualidad, en mi casa era un tema del que no se hablaba, así que di match y el a mí, durante casi dos semanas estuvimos escribiéndonos, hablando por whatsApp, encontré a un hombre claro, abierto a hablar sin tapujos y explicar las cosas, lo que me apareció más confiable, las pláticas fueron subiendo de tono, hacíamos un poco de sexting y fue entonces que decidimos conocernos en persona.


Durante el desayuno puede ver a un hombre cálido, muy cariñoso, incluso tierno, que buscaba el contacto, mientras me veía como un niño ve un juguete en navidad, los ojos se le iluminaban y en contraste de manera muy clara me contó cómo fue que él se inició en la sexualidad y cómo descubrió que lo que le generaba placer a él eran las prácticas sado, “tener el control de tu deseo es lo que me motiva…”, me dijo que para el tener a una persona sumisa frente a él era lo que más le excitaba, saber que esa persona estaba dispuesta a todo por complacerlo era su aliciente.


Rubén fue claro cuando me planteo que estaba interesado en introducirme a “su mundo” como le llamaba a la cultura sado, quería que con el tiempo me convirtiera en su sumisa, y me aclaró que esa sería una relación estrictamente de carácter sexual, que él no quería involucrarse sentimentalmente, ya lo había hecho cuando estuvo casado (era divorciado) y lo había dado todo ahora no le interesaba más que disfrutar su sexualidad de manera libre. Me dijo que cuando estuviera lista me iba a dar a firmar un contrato como sumisa en el que se establecerían los límites que yo ponía, lo que no estaba dispuesta a aceptar y que en ocasiones este contrato lo firmaban con sangre, (nunca llegamos a esto).


Le pregunté en qué consistía ser sumisa, me dijo que prácticamente era en dejarse dominar por su amo, “yo como sádico disfruto dominarte sexualmente, controlar tu deseo, infringirte dolor, humillarte, darte azotes, nalgadas, cachetadas, amarrarte y que eso te prenda tanto que me pidas más…”, después de explicarme me preguntó hasta donde estaría yo dispuesta a llegar, le dije que no quería golpes, ni nada que me marcara, ni tampoco nada escatológico y que fuéramos poco a poco, que era mi primera vez probando algo diferente en sexualidad.


La claridad de sus palabras me dio confianza, y después el desayuno nos fuimos a un hotel, al llegar al hotel, sacó de su cajuela una maleta, yo sujeté mi taser (pistola de toques) que traía en la bolsa, pero una vez en el cuarto me dijo mientras sonreía: “aquí traigo mis juguetes”, puso la maleta en un sillón y uno a uno fue sacando todos lo que había dentro, y los acomodó minuciosamente en una mesa de centro frente a nosotros, en un momento vi todos los artefactos sexuales que ni siquiera me imaginé que existían uno a uno fueron saliendo dildos de distintas formas, colores y funciones, vibradores, plugs anales de distintas formas algunos con terminaciones que imitaban colas de animales, bolas chinas, antifaces, lubricantes, pezoneras, esposas, cuerdas suaves y rígidas, látigos, fuetes, colas que imitaban la de un zorro y plumas muy suaves, collares con correa, cinturones, antifaces, fundas para pene, etc. lejos de espantarme lo que despertó en mí fue una mayor curiosidad, de repente era como estar en el Disney para adultos, se sentó a mi lado y me fue explicando cómo funcionaba cada uno de ellos, los ponía en mi mano, me mostraba las sensaciones, recuerdo las pezoneras que hacían juego con un arnés para el área del bikini que tenía estoperoles y se manejaban a control remoto para dar toques, la primera vez que me los puso me daba miedo que la sensación fuera muy fuerte, pero era más un cosquilleo y el nervio del juego que la intensidad de la descarga.



Poco a poco comenzamos el cachondeo, nos besamos, nos desvestimos, y una vez en la cama ese hombre tierno me pidió que escogiera mi palabra de seguridad para que en caso de que algo me incomodara o quisiera parara se la gritara, yo le dije: ¿para qué simplemente te digo que pares y ya no?, “no es tan fácil” me dijo, “yo me concentro mucho y necesito tener esa palabra por favor”, “ok le dije que sea pastel”, y ya con esa palabra en mente comenzó la transformación, si te gusta el teatro esto es para ti y no en el sentido de que sea algo fingido, no, sino en el que el Rubén con el que desayuné quedaba muy lejos de este, realmente se transformaba en un sado, se preparaba en cada detalle para interpretar el papel y en pleno coito comenzó a gritarme cosas como: “eres mi puta perra esclava, me perteneces”, y su voz se hacía sumamente grave, adquiría una fuerza que antes no le veía, tenía un impulso sexual casi bestial era una transformación total, sus ojos adquirían un brillo que a ratos daban miedo, como si estuviera fuera de si, estaba en la cama con un hombre que me ahorcaba mientras me penetraba pero lejos de asustarme hacía el sexo aún más intenso, estaba con auténtico maestro del sexo, algo que no había probado nunca, sabía muy bien en donde poner las manos, la lengua, cómo usar cada uno de sus juguetes, qué parte tocar para provocar reacciones.


La primera vez que estuvimos juntos, sólo usamos dildos y vibradores, y los combinó con penetraciones que hicieron muy intensas las sensaciones, para las citas posteriores me dijo cómo quería que fuera vestida, qué ropa interior quería que usara y en la segunda ocasión, usó un plug anal, y me dijo que esperaba poder ponerme una cola y una máscara de cerdo, me preguntó si me molestaba, la verdad para mí era parte de la diversión y la diversidad en la experiencia sexual y como vi que le encantaba le hacía sonidos de cerdo lo que lo excitaba más. Para nuestra tercera vez, me ató por primera vez, me explicó que en Japón trabajan el arte del shibari, que consiste en hacer amarres y nudos con cuerdas estratégicamente colocados en las zonas erógenas del cuerpo de una persona y en los más avanzados dejan el cuerpo suspendido de estas cuerdas, en mi caso sólo fueron los amarres, y me explicó que para un sado es muy placentero saber que tiene en control del deseo sexual de alguien, literalmente es tenerte amarrada para hacerte lo que quiera, pueden ser azotes, nalgadas, cachetadas, etc. Y lo que más les prende es la actitud sumisa en todo momento, llevaba dos tipos de cuerdas las suaves y las duras, yo elegí la suave porque con las otra quedan marcas y era algo que no quería, pero el hecho de estar ahí atada con un antifaz y a merced de él a mí me retaba, no veía ni podía tocar nada, me encontraba ante la expectativa de lo haría conmigo, a veces era agradable otras no tanto, pero siempre era sorpresivo y eso para mí era un combustible.


En mi corta experiencia con un sado podría decir que para mí fue muy placentera, fue algo diferente que no había experimentado y que en lo personal me brindó mucha libertad para experimentar y disfrutarme, fue educativa y reveladora, me descubrí disfrutando de mi sexualidad siendo dominada y encontrando placer en ello. Recomiendo a quien tenga curiosidad por probar estas prácticas BDSM* tengan antes mucha comunicación y mucha claridad de los límites, de lo que cada uno acepta y lo que no, de lo que esperan y respetarlos, en el sexo se pueden permitir muchas cosas siempre y cuando los participantes estén de acuerdo.


*En las practicas del BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión/Sadismo, Masoquismo) se que busca que el Sado domine al Sumiso y este se rinda ante el otro, el Bondage consiste en inmovilizar a una persona a través de cuerdas, cintas, cinturones, mascadas, etc. también se usa el vendaje de ojos lo que añade sorpresa al acto y sumándole prácticas de sumisión y dominación, como uso de látigo, fuetes, nalgadas, esposas, toques, etc. Dan una variedad y pueden refrescar una relación sexual, en https://www.hedonix.com.mx/shop puedes encontrar variedad de artículos para comenzar a practicar, festeja este 14 de febrero de una forma diferente.


Si deseas compartirnos tu testimonio de alguna experiencia o práctica sexual, puedes escribirnos a: erotica.hedonix@gmail.com, todos los testimonios son anónimos y cambiamos los nombres para seguridad.




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