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Voyeurista


Como todas las mañanas, en el minúsculo depa de Joaquín suena su despertador a las siete menos cinco minutos, deja que suene dos veces y se levanta en el tercer aviso de la alarma justo a las siete con diez minutos, lo primero que hace es preparar la cafetera, después prender el boiler, mientras se calienta el agua, va al baño se despereza un poco y se dirige nuevamente a la cocina, abre el refri, busca entre los cajones y la sobras de comida y decide prepararse lo mismo de siempre, una tortilla frita y sobre ella dos huevos estrellados acompañados de café, al terminar, lava sus trastes en el fregadero; con excepción de la taza de café porque se servirá más a lo largo del día, se baña, se viste y se sirve más café; ahora lo acompaña con su pan de dulce para posteriormente sentarse a trabajar; ya en su escritorio, se acomoda la diadema para comenzar a atender a los clientes de la aseguradora en el call center, atiende las llamadas de accidentes, le toca contener a los clientes y enviarles la ayuda necesaria que a veces es una grúa, otras un abogado y en las peores una ambulancia. Lleva así tres años; en este trabajo tedioso, casi robótico, pero es lo que hay, lo que pudo conseguir después de tres años sin conseguir absolutamente nada, a pesar de que le imploro a cada amigo y conocido por una oportunidad para trabajar en lo suyo: ingeniería en informática, pero el mercado laboral estaba en crisis, hace seis años tenía un trabajo en el Banco Central, era gerente de servicio a clientes, llevaba una vida cómoda, no lujosa, pero bastante holgada, hasta que ese viernes negro todo cambió: llego como siempre a su oficina y su secretaria Doña Maty, le dijo que el director quería verle, no lo vio venir:


-García, he revisado tus números y no están nada bien, me llamaron de la oficina de Madrid y me están obligando, y de verdad no quiero, pero no me queda de otra, ¡lo siento mucho!… Hoy es tu último día aquí, te agradeceré si puedes pasar con la Lic. Gutiérrez de personal a saldar este asunto… de verdad, ¡lo siento mucho!


Siente cómo un aire frío le recorre toda tu columna desde la nuca hasta el coxis y con él se le ha helado todo el cuerpo, se ha quedado paralizado, sus primeras palabras suenan más a balbuceo, en lo que trata de acomodar las ideas rápidamente en tu cerebro.


¿Qué hice mal?, ¿en qué me equivoqué?, ¿habrá sido por el reporte de enero?

Las dudas y las culpas le llegan en cascada, mientras trata de mantener la compostura, se dirige a la oficina de recursos humanos, ya está cantado...


De regreso a su casa ese viernes, camina sin ganas y sin rumbo por las calles del centro, carga en su portafolio lo que pudo meter de su vida godín antes de que le negaran el acceso a su lugar: las fotos que tenía en su escritorio y un marco con el reconocimiento que le dio el Banco por su “destacada labor de 15 años…”, de repente encuentra un cine bastante grande y anticuado como de los 40´s, compra su boleto y se mete a la sala ubicada en la calle de República de Chile es la última función, la película es lo de menos, necesita un lugar donde poder llorar y que nadie lo moleste, una sala de cine ofrece obscuridad, ruido y anonimato, el coctel perfecto para poderse desahogar, se sienta hasta atrás de la sala, comienza a ver varias parejas y grupos de personas que se sientan juntas, se le hace raro… cuando comienza la función:



¡Ay caray! Pero si esto es porno!, nunca lo había visto en una pantalla tan grande, se les ve, hasta la campanilla! ¿y esa pareja? ¿van a coger aquí? Ella se le está sentando a él, se sube la falda, ¡qué bien se mueve!, ¡Me encantaría ser el que está sentado abajo, estoy teniendo una erección!!, Yo pensando que iba a llorar y el que va a llorar es otro… ja, ja, ja, pero ¿alguien aquí ve la película? Aquí brota sexo en cada butaca de este cine, esa otra mujer esta hincada sobre un tipo y otra mujer parada atrás de su asiento, le desabotona la blusa, le baja el brasier y le lame las tetas!...en la esquina de abajo está el grupo de los gays, esos se dan unos a otros, algunos están maquillados como mujeres y reciben la embestida de un hombre por detrás y se besan con otra persona por el frente, hay parejas de hombres y de mujeres acariciándose, no puedo dejar de ver, la película es lo de menos, el verdadero espectáculo está sucediendo en vivo frente a mí, en las butacas de las últimas filas están los voyeristas como yo, que se masturban viendo a los demás tener sexo, todo es tan intenso, que me uno al clan, saco mi verga y la masturbo frente a este desenfreno, ¡estoy teniendo el mejor orgasmo de mi vida!, no he tenido tiempo de pensar en el despido, este calor que me recorre el cuerpo, es algo nuevo, nadie me lo hizo sentir antes…


Al salir del cine Joaquín supo que lo que a él más le gustaba era observar a otros teniendo sexo, cogiendo pero es un gusto culposo, que no puede ir comentando con amigos y mucho menos familia, con el paso de los días, el desempleo le ha dado tiempo libre de sobra. Un día caminando por la calle, se puso a observar las cámaras de vigilancia de casas y departamentos en su colonia, se le ocurrió una forma de satisfacer sus gustos desde la comodidad de su casa, puso manos a la obra y ocupó sus conocimientos profesionales para jaquear los sistemas de las cámaras de seguridad de los vecinos, así cada mañana mientras hace su monótono trabajo, sólo en su casa, puede observar la vida íntima de los demás y así saber a qué hora cogen, con quien, si se ponen el cuerno, si son gays, heteros, bis o les, poder ver y observar la vida sexual de sus vecinos mientras él se masturba, y claro, trabaja, y eso ocupa todo su día y toda su vida…

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